En Argentina el Ministerio de Transporte tiene como una de sus prioridades la educación vial. Hay colegios que tienen dentro de su currícula la materia Educación Vial, pero esto no está generalizado y en la mayoría de los casos a lo que se recurre es a visitas de inspectores de las distintas áreas que engloban cuestiones relacionadas con el tránsito. La ley Nº 24.449 especifica que debe incluirse la educación vial en los niveles de enseñanza preescolar, primaria y secundaria y en la enseñanza técnica, terciaria y universitaria. Pero a la hora de observar las actitudes en las calles queda expuesto que, si algo nos falta, es educación vial.
En los últimos años, Tucumán está sufriendo una nueva clase de pandemia. Llegar a una esquina semaforizada puede transformarse en una pesadilla. Aunque se tenga el paso con la luz verde, invariablemente hay que esperar ya que uno sabe que, de cualquier costado, va a salir una moto. Es inevitable. Se ha convertido en una costumbre más que peligrosa y así se demuestra con las cámaras que la Municipalidad tiene instaladas en distintos puntos de la ciudad, que graban constantemente accidentes que, en su gran mayoría, son protagonizados por motociclistas. Y no se trata de poner el ojo solo sobre quienes conducen este tipo de rodados. Es que además, por supuesto no en todos los casos, incumplen la mayoría de las reglas de tránsito: muchisimas motos no llevan colocada la patente, o sus propietarios se encargan de enmascararlas o modificarlas. Se les quitan los espejos retrovisores, con el peligro de no poder ver a los que vienen por detrás. Son utilizadas hasta por cuatro y hasta a veces cinco personas. Ni que hablar del uso del casco. Esta protección va muchas veces más tiempo en el codo del conductor que en su cabeza, y sus acompañantes por lo general no lo usan. A esto hay que sumarle la velocidad y la posibilidad de pasar por arriba de platabandas, subirse a la vereda o utilizar los carriles exclusivos para colectivos como propios. Pero lo más grave es la falta absoluta de respeto a los semáforos, que pone en riesgo su vida y la de terceros. A todo esto hay que sumarle que se trata de un vehículo razonablemente barato y que puede ser mantenido con poco dinero. Esto hace que en una economía como la de nuestro país, cada vez más gente, ante un transporte público colapsado y obsoleto, se vuelque a la adquisición de motos que les permite una circulación más ágil y barata. En octubre en Tucumán se patentaron 2.500 motovehículos, lo que ubicó a la provincia como la cuarta jurisdicción con más ventas de unidades durante ese período en el país, detrás de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Profundizar las campañas de educación vial, pero sobre todo diagramar controles de tránsito que permitan detener estas prácticas debería ser uno de los puntos a tener en cuenta más fuertemente por las autoridades. Está en juego la vida, ya que por la acción de conductores imprudentes las calles del gran San Miguel de Tucumán se están transformado en un cóctel que puede tener consecuencias trágicas.
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